miércoles, 8 de septiembre de 2010

La desobediencia civil
La desobediencia civil es el acto de protesta de un grupo de ciudadanos, trasgrediendo la legalidad de un sistema jurídico. Es necesario separarlo de los conceptos de actos vandálicos normales o actos terroristas.
Uno de los ejemplos claros de desobediencia civil fue encabezado por el póstumo Martin Luther King en el famoso boicot de los autobuses en Montgomery. O la gran marcha de la sal en que Gandhi marcha con una manifestación más de 300 kilómetros hacia el mar para tomar con sus manos un poco de sal. Todos inspirados en los conceptos de la no violencia de León Tolstoi y en el ensayo de Henry David Thoreau.
A inicios del siglo XX era prohibido en la India so pena de cárcel tomar la sal que había en el mar a todo ciudadano nativo. Gandhi junto a otros 6 mil ciudadanos pasaron nueve meses de cárcel por infringir esta ley.
Recientemente existe todo un proceso en Honduras por criminalizar el derecho a la protesta y los actos de desobediencia civil. (La toma de carretera es un acto de desobediencia civil)
Lo que se tiene que entender que el hecho de trasgredir una ley de orden público está íntimamente ligado a la falta de credibilidad del ciudadano en el sistema jurídico y sus órganos estatales. El sistema deficiente que impera en Honduras solo ha destinado pobreza, analfabetismo e injusticia a sus pobladores y pese a que los postulados constitucionales y demás leyes estipulan lo contrario, el sistema económico y administrativo se contrapone a sus fines.
Los altos índices de criminalidad, la inmigración masiva de los ciudadanos (más de millón y medio de Hondureños viviendo en Estados Unidos y España), los altos índices de analfabetismo, deserción escolar, enfermedad, mortalidad etc... Solo son el reflejo de un estado fracasado y de una población que perdió el vínculo con el orden jurídico establecido. El ciudadano no siente el menor respeto por las normas establecidas ni sus autoridades ya que inconscientemente y ahora conscientemente percibe el fracaso de un sistema jurídico que se contradice en sus postulados constitucionales con sus normas administrativas y económicas.
La insistencia por vicio, dogma o estupidez por parte de los legisladores, políticos y empresarios en privatizar los servicios y bienes públicos solo colaboran al aceleramiento de una convulsión social. Por ejemplo recientemente existe una campaña por parte de la empresa privada para privatizar el servicio de aduanas, absurdo que sea la misma empresa privada quien es el mayor importador de bienes el responsable regulador de esta tarea.
El incremento de la intolerancia y la represión estatal y paramilitar, auspiciado por los grupos económicos es la única respuesta que les puede mantener temporalmente su status quo, mientras seguirán sacando provecho de sus redes de control total sobre el estado, para quizá luego marcharse exiliados a Miami para formar clubes criminales de extrema derecha que serán la envidia de la mafia anticastrista.
Es la misma sociedad que poco a poco ira trasgrediendo el orden público quien tarde o temprano tendrá que imponer los cambios necesarios para la resurrección del estado. Y ya está demás visto con sus declaraciones y acciones que los grupos de poder en este país se resisten hasta cambios cosméticos para ofrecer válvulas de escape que contengan una insurrección civil.