miércoles, 28 de abril de 2010

Sangre en Honduras, silencio de los artistas nicaragüenses
Este día me llegó una serie de fotografías de Arlen Leonel Perdomo Maradiaga. Tiene 20 años; fue herido de bala por la Policía hondureña el día 22 de septiembre, a las 3:00 de la tarde en medio de las protestas populares en la colonia El Pedregal, de Tegucigalpa. La bala del fusil Galil (de fabricación israelí) entró por su pierna izquierda y traspasó el muslo interior de su pierna derecha. La bala era explosiva y estuvo a punto de costarle la amputación. Ya dentro del Hospital Escuela, agentes de la DNIC (policía civil hondureña) irrumpieron en su sitio de atención, apartaron a la doctora y lo torturaron apretándole las heridas con sus manos. Ante las protestas de la doctora de turno, los agentes se retiraron: querían saber quiénes eran "los pandilleros" que lo acompañaban durante las protestas en El Pedregal. Arlen Leonel Perdomo Maradiaga es uno más de los muchos que han callado sus heridas por temor a la policía.
Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardíasAmbrosio Bierce. Timidus se vocat cautumEn una conversación con un poeta hondureño, me compartió lleno de rabia y dolor el silencio que se han llamado algunos intelectuales y artistas nicaragüenses, principalmente aquellos que gozan de mayor peso en su voz a nivel internacional; esos mismos que aprovechan el estornudo de nuestro gobierno para acusarlo de la invención del Ántrax, la gripe porcina y todos los males que desataron la caja de Pandora. De la misma forma este amigo poeta quien hace un par de años atrás miraba con recelo la autenticidad revolucionaria de los actuales líderes del Frente Sandinista, discursaba hoy acerca del comportamiento a la altura de nuestro gobierno en solidaridad con el pueblo de Honduras.En un escrito reciente del poeta Jorge Bocanera, realiza un ensayo en remembranza al presidente nicaragüense José Santos Zelaya:"Hace exactamente cien años un mandatario centroamericano –el presidente Zelaya- fue desalojado por la fuerza del poder. En procura de desarrollar un país pequeño y atrasado, Zelaya modernizó el Estado, instauró la educación gratuita y obligatoria, buscó una unión estrecha de los países de la región y pretendió impulsar un modelo por fuera de la esfera de influencia de los Estados Unidos, además de no autorizar que ese país instalara en el suyo una base militar"."…En 1909 el poeta Darío se entera de su caída mientras corrige las pruebas de El viaje a Nicaragua e intermezo tropical, que incluye un capítulo sobre la gestión del liberal. En el momento en que le informan que Zelaya fue conminado a renunciar desde el exterior bajo amenaza de invasión, no duda en agregar una coda al libro adhiriendo al político depuesto: "No puede negarse que el Gobierno de Zelaya realizó muchas obras en bien de la República... Se dice que los Estados Unidos han intervenido en todo esto. Si ello fuese cierto, como parece, es lamentable que nación alguna intervenga en los asuntos íntimos de Nicaragua, ni aun para hacer un canal". La dictadura impuesta por la oligarquía el 28 de junio del 2009 en Honduras, dando golpe de estado al Presidente Zelaya, nos hace ver la importancia del artista como principal testigo de su época. Algunos artistas nicaragüenses quien en un pasado fueran grandes revolucionarios o colaboradores y principalmente gestores de solidaridad con el pueblo de Nicaragua en represión, han impuesto la cobardía dialéctica de su silencio en torno a lo que pasa con el noble pueblo hondureño; cada semana amigos vinculados con la lucha en Pro de los Derechos Humanos me informan de compañeros muertos (maestros, dirigentes, jóvenes), torturas al estilo de la peores represiones en la guerra fría (quemaduras de cigarros, insultos, palizas); mujeres violadas o ultrajadas (una maestra violada por dos miembros de la policía nacional, a otra le introdujeron una culata en su vagina en plena manifestación), todo esto por miembros de órganos represivos que solo puede hacer recordar la nefasta guardia de Somoza.Me afirma mi hermano –Germán Pomares Herrera– que la principal arma utilizada por la dinastía de los Somoza era el silencio; vaya arma que utilizan hoy nuestros artistas e intelectuales.El autor es Hondureño y Nicaragüense (el orden de los factores no altera el producto), abogado de profesión.

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